martes, 2 de junio de 2009

El Egoismo

El egoísmo, esta llaga de la Humanidad, debe desaparecer de la Tierra, cuyo progreso moral retarda; al Espiritismo le está reservada la tarea de hacerla subir en la jerarquía de los mundos.
El egoísmo es, pues, el objetivo para el cual todos los verdaderos creyentes deben dirigir sus armas, sus fuerzas y su valor; digo valor porque es necesario más valor para vencerse a sí mismo que para vencer a los otros. Que cada uno ponga todo su cuidado en combatirlo en sí, porque ese monstruo devorador de todas las inteligencias, ese hijo del orgullo, es el origen de todas las miserias de este mundo. Es la negación de la caridad y por consiguiente, el más grande obstáculo para la felicidad de los hombres.
Jesús os dio el ejemplo de la caridad y Poncio Pilatos el del egoísmo; porque mientras el Justo va a recorrer las santas estaciones de su martirio, Pilatos se lava las manos diciendo: ¡Qué me importa! Dijo a los Judíos: Este hombre es justo, ¿por qué queréis crucificarlo? Y sin embargo, deja que le conduzcan al suplicio.
Es a ese antagonismo de la caridad y del egoísmo, a la invasión de esa lepra del corazón humano, que el Cristianismo debe no haber cumplido aún toda su misión. Es a vosotros, nuevos apóstoles de la fe a quienes los Espíritus Superiores esclarecen, a quién incumbe la tarea y el deber de extirpar ese mal, para dar al
Cristianismo toda su fuerza y limpiar el camino de las zarzas que le entraban su marcha. Extirpad el egoísmo de la Tierra, para que pueda gravitar en la escala de los mundos, porque ya es tiempo de que la Humanidad vista su traje viril y, para eso, es preciso primero extirparlo de vuestro corazón.

(EMMANUEL, París, 1861)  (El Evangelio Según el Espiritismo - Allan Kardec, Ítem 12 - Capitulo XI)

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